sábado, 15 de septiembre de 2012

CACHO CASTAÑA PRESENTA "TODAVIA PUEDO" EN EL METROPOLITANO



por LUCIANA BOGLIOLI - LA CAPITAL


"¡Tengo más de trescientos tipos adentro mío!", sentencia. Claro, está ese Cacho de Buenos Aires, el que tuvo mil amores llorando sobre su almohada, el que soñaba escondido cantar como Gardel, el que a los treinta, plagaba el Café La Humedad cada sábado con sus trampas, y entre billar y reunión, aprendía a vivir. Es el artista del pueblo, el que transgrede, el que seduce. A sus 70 años Cacho asegura "Todavía Puedo", nombre que le da a su nueva obra teatral musical en donde no sólo repasará un repertorio de éxitos inoxidables, también estará acompañado de Adriana Varela, Gladys Florimonte y Valeria Archimó y su ballet. Pero antes del show de esta noche a las 21.30 en el salón Metropolitano, Cacho mantuvo una extensa conversación con Escenario y no ocultó nada: su ya decidido retiro de los escenarios, su relación con el Padre Ignacio, su incredulidad en el amor para toda la vida, la omnipotencia de la mujer desde la época del gorila y sus fantasías eróticas con Cristina Kirchner.
—Sos súper geminiano, naciste el 11 de junio, ¿sos víctima de tu gemelo?
—Ojalá tuviera un gemelo, ¡tengo más de trescientos tipos adentro mío! Es divertido y anti rutina. Tampoco somos gente rara, ¿qué te pasa? (se ríe). Eso sí, somos muy inestables emocionalmente. En realidad, depende, cada signo tiene, según la hora en que nacés, la influencia de otro planeta. Es como el vino con soda, vino con naranja: todo es vino, pero depende la mezcla con el horario.
—¿Por qué decidiste hacer un nuevo show tan completo que incluye música, teatro y hasta baile a cargo de Valeria Archimó?
—Porque pienso que la gente no se come ningún garrón ya, ¿viste?. Tenés que justificar muchas cosas y por lo menos tratar de enriquecer el show, Valeria Archimó baila como nadie, también va a estar Adriana Varela y Gladys Florimonte, así que tenemos para divertirnos un rato largo. No significa que sea mejor que un recital, es otra cosa. Está muy bueno, es un espectáculo más importante.
—¿Cómo está tu estado de salud después de haber estado internado hace un mes por una infección en la pierna?
—Estoy bárbaro, hago gimnasia día por medio, hago dieta, me cuido, estoy preparándome, parezco Rocky. Tengo gimnasio en casa, viene el personal trainer y hacemos una rutina extensa, ¡ahora me duele todo!
—Cuando uno te ve en el escenario con 70 años, no se puede creer la piel y el pelo que tenés, la energía que desplegás...¡estás impecable Cacho!
—Es raro...la cosa es de adentro para afuera. Creo que uno es lo que le pasó en la vida y hace las cosas como puede. Cumplí 70 años pero me siento de 40.
—¿Tenés una fórmula secreta?
—Hacer todo lo prohibido en exceso (risas).
—¿Qué resabios de cuando fuiste un niño monaguillo quedaron en vos?
—Fui a colegio de curas y fui monaguillo, ¡de ahí salimos los peores! Siempre fui creyente, ¿cómo no voy a ser creyente si el año pasado estuve en estado de coma una semana y me recuperé? Lo que me pasó es un milagro, mi amor. Hoy me miro al espejo y soy un milagro.
—¿Eso te acercó a tu lado espiritual?
—Por supuesto, soy muy amigo del Padre Ignacio, charlamos mucho con él. Voy seguido a visitarlo y me aconseja, es un capo.
—Dijiste que si no hubieses sido músico hubieses puesto un cabaret, ¿es una cuenta pendiente en tu vida?
—Hace rato que lo tengo pensado pero es como meterse en un barullo terrible, a veces me dan ganas y a veces no. Vamos a ver si consigo un par de socios...Obvio que se llamaría Café La humedad.
—A la distancia, ¿cómo ves tu etapa de excesos en la juventud?
—Mi amor, mi adolescencia fue muy distinta a lo que estamos viviendo ahora, nada que ver, cambió todo, cambió el planeta. Es tremendo, y lo distinto no es comparable. Todo tiempo pasado fue mejor.
—¿En qué sentido?
—En ese momento no tenías nada al alcance de la mano como ahora. Era muy difícil manejarse a nivel sexual, no tenías mucho diálogo con tus padres, el sexo era muy tabú y tenías que aprender en la calle, y a veces aprendías mal. No tenías sexo tan rápido y fácil como lo tienen los chicos ahora, incluso habían chicos que se casaban para tener sexo o porque embarazaban a una chica. Era una época muy jodida.
—Pero, ¿te considerás diferente a la gente de tu generación, con menos tabúes?
—Sí, porque empecé a ir al Café La Humedad a los 14 años, y habían asesinos, ladrones, médicos, sabios, de todo.
—Esa fue tu base de aprendizaje...
—Totalmente, hoy en día no hay un lugar con la bohemia y esa gente, hoy los chicos toman cerveza en la estación de servicio. En el café tenías los dos extremos; en la vida si sólo conocés lo bueno no te vas a poder equilibrar nunca porque no sabés cuál es el otro extremo, sólo conociendo ambas cosas, podés equilibrarte en el medio.
—Tuviste muchas parejas. ¿Cada vez que te enamorás, creés en el amor para toda la vida?
—El amor para toda la vida es sólo una frase. De eso te das cuenta cuando te morís, pero mientras vas viviendo es muy difícil darte cuenta. Cuando sos chico te dicen que te casás para toda la vida, y llegás a los veinte años y es otra cosa, no lo que te dijeron.
—Siempre me llamó la atención tu fascinación por las mujeres, ¿qué es lo que tanto admirás?
—La que siempre gana es la mujer, es la que mueve las fichas del ajedrez sin tocarlas, es la que decide todo. El hombre se le tira a la mujer cuando está seguro de que va a ganar, sino no se tira.
—¿Cuál tu mujer ideal?
—No lo sé...todas las mujeres son distintas, cuando tenés una mala experiencia, pensás la próxima vez voy a actuar de esta forma, y cuando aparece, es totalmente distinta. Así que no hay fórmula que valga, no podés aplicar la experiencia, es tremendo. Te tenés que dejar llevar...
—¿Y te dejás llevar?
—Hasta que me canso.
—¿Es cierto que los momentos de mayor dolor son los de mayor inspiración para componer?
—Seguro, los poetas escriben desde el desamor, no del amor.
—Si tuvieras que elegir una canción de toda tu trayectoria, ¿cuál sería?
—Todavía no escribí la mejor, eso me da máquina para seguir.
—¿Pensás retirarte pronto?
—Pienso que sí, lo tengo decidido, quizás este año o el próximo me retire. Como los boxeadores cuelgan los guantes, yo voy a colgar el micrófono.
—Pero la gente te sigue aclamando...
—El cariño de la gente es lo que más me mantiene vivo.
—¿Qué te gustaría hacer cuando cuelgues el micrófono?
—Nada...quiero vaguear. No tengo ganas de laburar. Me compraría una casa en frente de una laguna y pescaría todo el día.
—¿Cómo ves el furor de la homosexualidad?
—Y bueno...las mujeres hicieron muchas cosas mal...Mucha gente está saliendo del placard, ¡parece que era muy grande! (risas).
—¿Qué cosas hacemos mal las mujeres?
—Viene desde la época del gorila: cuando la hembra tenía al gorilita chiquito, le hacía hacer un límite al macho para que los demás no vengan a comerse a la cría. Ahí empezó el límite en el planeta. Fue la hembra la que le dijo al macho lo que tenía que hacer. Y hoy seguimos con los límites: sobre todo los políticos... ¿Para qué quiere el tipo un Mercedes-Benz, para qué quiere una casa? Es para levantar minas. Las guerras existen por la mujer, porque son las que le llenan la cabeza a los hombres. Todo lo maneja la mujer.
—Y hoy con Cristina Kirchner no cabe duda de que todo lo maneja una mujer...y más después de que haya dicho que "hay que tenerle miedo a Dios y un poco a mí también".
—Por eso...no estoy tan errado...
—¿Sos kirchnerista?
—No, para nada. Algunas cosas de este gobierno me parecen buenas, pero la mayoría, malas.
—En el programa de Jey Mammon le confesaste a Estelita que fantaseas con Cristina Kirchner...
—Sí, ¡por ahí en cualquier momento me cae la policía! (risas).
—¿Realmente considerás posible un romance con la presidenta?
—Sí, bueno, a lo mejor se da, ¡mirá si termino en un escritorio en la Casa Rosada!
—¿Se viene un Cacho vice?
—Y siii...¡Vote a Castaña!

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