Acaso la fantasía del público lo imagina en estado de bohemia permanente, escabiando o prendiéndose un pucho antes de abrir un ojo. Pero la mañana en que Cacho levanta el auricular, suena menos trasnochado y más matador que nunca. "Estoy fenómeno", afirma con esa voz de cálido atorrante. "Hago gimnasia todos los días, hago dieta, duermo bien".
Okey: de entrada, el Humberto Vicente Castagna quiere dejar en claro que bien atrás quedaron sus diagnósticos sombríos y sus días de internación, y que el Cacho de Buenos Aires que conocemos está entero, recuperado el brillo de su mirada ganadora.
"Todavía puedo", el nombre del show que presenta en Mendoza, es más que sugestivo. Todavía puede ¿qué?:"Ser el mismo", remata con guiño.
Entonces, ese capo de pelo largo y pulseras doradas, consciente que en el escenario le pinta hacer de todo porque este show es una suerte de revancha con la vida, más ahora que se sube junto a Adriana Varela y a Gladys Florimonte.
-Si pudieras despertar de nuevo en un momento concreto de tu vida, ¿cuál elegirías?
-Mi adolescencia, cuando tenía a toda mi familia. Extraño esa mesa dominguera en la casa de Flores con mi viejo, con mis hermanos. ¿Sabías que mi viejo era zapatero? Igual, siempre los llevo conmigo.
Los lleva en la piel, en corazones tatuados. "Y me acompañan en cada escenario", afirma el hombre que lleva 45 años de carrera, el mismo que debutó a los 13 como profesor de música, que se convirtió, a los 14, en pianista estable de Radio Excelsior y que debutó a los 15 en la orquesta de Oscar Expósito.
Así que nadie le quita lo tocado: ni los años de guitarra en las típicas, ni los de pianista de cabaret, ni los éxitos que lo consagraron en el gusto popular argentino, como "Quieren matar al ladrón" y "Cara de tramposo". En suma: grabó 53 discos, ganó 16 placas de Oro, compuso alrededor de 2.500 canciones y lleva grabadas cerca de 500.
-¿Y con quién te quedó pendiente la yunta?
-Con Gardel -sonríe- y con Sinatra.
Asume que para él cada canción es un proceso mágico: "No tenés un orden, la inspiración es bastante caprichosa". Por eso, últimamente es mucho lo que rompe, porque sigue escribiendo cosas nuevas, porque no piensa parar.
-¿Eso vale también para el amor?
-Bueno, estoy tranquilo, estoy bien.
-Habrá llegado a tus oídos cierto mito urbano que deslizaba que habías formado pareja - sin saberlo- con tu propia hija.
- Sí, claro. Eso fue una canallada, una barbaridad de la prensa amarilla. ¡Imaginate qué cosa más bizarra!
Como sea, se da el gusto de interpretar a un padre en la ficción, precisamente en la telenovela "Dulce amor". Como en las fantasías de su platea, su personaje es un caradura incorregible y a la vez encantador.
Okey: de entrada, el Humberto Vicente Castagna quiere dejar en claro que bien atrás quedaron sus diagnósticos sombríos y sus días de internación, y que el Cacho de Buenos Aires que conocemos está entero, recuperado el brillo de su mirada ganadora.
"Todavía puedo", el nombre del show que presenta en Mendoza, es más que sugestivo. Todavía puede ¿qué?:"Ser el mismo", remata con guiño.
Entonces, ese capo de pelo largo y pulseras doradas, consciente que en el escenario le pinta hacer de todo porque este show es una suerte de revancha con la vida, más ahora que se sube junto a Adriana Varela y a Gladys Florimonte.
-Si pudieras despertar de nuevo en un momento concreto de tu vida, ¿cuál elegirías?
-Mi adolescencia, cuando tenía a toda mi familia. Extraño esa mesa dominguera en la casa de Flores con mi viejo, con mis hermanos. ¿Sabías que mi viejo era zapatero? Igual, siempre los llevo conmigo.
Los lleva en la piel, en corazones tatuados. "Y me acompañan en cada escenario", afirma el hombre que lleva 45 años de carrera, el mismo que debutó a los 13 como profesor de música, que se convirtió, a los 14, en pianista estable de Radio Excelsior y que debutó a los 15 en la orquesta de Oscar Expósito.
Así que nadie le quita lo tocado: ni los años de guitarra en las típicas, ni los de pianista de cabaret, ni los éxitos que lo consagraron en el gusto popular argentino, como "Quieren matar al ladrón" y "Cara de tramposo". En suma: grabó 53 discos, ganó 16 placas de Oro, compuso alrededor de 2.500 canciones y lleva grabadas cerca de 500.
-¿Y con quién te quedó pendiente la yunta?
-Con Gardel -sonríe- y con Sinatra.
Asume que para él cada canción es un proceso mágico: "No tenés un orden, la inspiración es bastante caprichosa". Por eso, últimamente es mucho lo que rompe, porque sigue escribiendo cosas nuevas, porque no piensa parar.
-¿Eso vale también para el amor?
-Bueno, estoy tranquilo, estoy bien.
-Habrá llegado a tus oídos cierto mito urbano que deslizaba que habías formado pareja - sin saberlo- con tu propia hija.
- Sí, claro. Eso fue una canallada, una barbaridad de la prensa amarilla. ¡Imaginate qué cosa más bizarra!
Como sea, se da el gusto de interpretar a un padre en la ficción, precisamente en la telenovela "Dulce amor". Como en las fantasías de su platea, su personaje es un caradura incorregible y a la vez encantador.
Es el padre abandónico de Marcos (Sebastián Estevanez) y Florencia (Micaela Vázquez), el amor del personaje que interpreta Georgina Barbarossa, quien fue, en definitiva, la que lo convenció para regresar a la actuación.
Pero Cacho se siente más poeta de barrio en su canto. De hecho, el Gran Rex porteño se vino metafóricamente abajo durante la reciente presentación de los temas de su disco "Más atorrante que nunca" y de hits como "Café La Humedad".
Pero Cacho se siente más poeta de barrio en su canto. De hecho, el Gran Rex porteño se vino metafóricamente abajo durante la reciente presentación de los temas de su disco "Más atorrante que nunca" y de hits como "Café La Humedad".
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