jueves, 8 de diciembre de 2011

CACHO CASTAÑA: "A FIN DEL AÑO QUE VIENE ME RETIRO"



El cantante argentino, de 69 años, que compuso la famosa canción Café la humedad y que se caracteriza por su fama de mujeriego, abre las puertas de su departamento de Belgrano para contar cuáles fueron los motivos de  separación con su mujer, Andrea Sblano, cómo está de salud, sus proyectos y cómo sobrelleva una soledad que nunca antes sintió. También confiesa con tristeza que pronto dejará de cantar y que este verano se instalará en Mar del Plata para hacer solo dos shows por semana.

La casa de Humberto “Cacho” Castaña es un departamento bastante moderno, en el primer piso de un edificio de la calle Conesa, en pleno barrio de Belgrano. Tiene una cocina pequeña con muebles blancos, un televisor de catorce pulgadas, piso de madera y una mesa de vidrio cuadrada acompañada de seis sillas de cuero blanco, que se ramifica en un living donde hay un sofá color crema, una mesa baja de vidrio y un televisor que hoy está detenido en el programa “Los unos y los otros”, de América TV, con el que Martín, sobrino del cantante, deleita sus tardes. A la derecha del living, en otro ambiente, una sala de estar colmada de cuadros con sus discos de oro y platino, que resaltan en las paredes rojo opaco, una barra de mármol negro acompañada de vidrio que deja al descubierto las bebidas alcohólicas y una larga mesa con sillas de cuero negro. Es allí donde comienza la charla.

"¿Querés algo para tomar? Tengo agua, café, té, whisky. Sentáte, por favor. Salí Malena" Malena es un perra de raza Cocker, color miel, que no para de ladrar. El departamento del cantante “matador”, donde viven él, su sobrino Martín y la perra, es un lugar hermoso y es, también, la casa de un hombre que en un disco llamado “Soy un tango”, escribió: “Me da bronca cuando pienso que ya está, que esto fue todo y que sigo estando solo por mi forma de pensar”.

Era el 11 de junio de 1942 cuando en el barrio de La Paternal nacía Humberto Vicente Castagna, como lo indica su documento, más conocido como Cacho Castaña. Parece insólito contar que el galán y atorrante que conquistó a cientos de mujeres vino al mundo en el Hospital Alvear, frente a un albergue transitorio. Su infancia y juventud fue en una casa ubicada en la calle Galicia, del barrio porteño de Flores, junto a sus padres italianos y a sus dos hermanos mayores. El cantautor cuenta, con una sonrisa de ganador, que tuvo una adolescencia bárbara y que su familia era muy unida. Pero en cuestión de segundos una lágrima empieza a rodar por el rostro del hombre que a simple vista parece tomarse la vida con mucha soltura y sin temores.

¿Cómo de un segundo a otro es posible pasar de la alegría al llanto? Pues bien, recordar su niñez provoca también recordar a su madre, fallecida hace 20 años, y a su padre y hermanos, que también se han ido. Con voz temblorosa y una mirada perdida, vaya a saber donde, se escucha: “No me acuerdo la voz de mi viejo, no me acuerdo de él”. Es el mismísimo Cacho Castaña quien por unos segundos se tilda por completo para tratar de recordar a su padre. Sin embargo, al hablar de su madre y hermanos, la voz vuelve a su eje central de seductor e insiste es remarcar que siempre contó con el apoyo de ellos y que, a pesar de que los extraña mucho a su familia, los lleva tatuados en su mano derecha, representados por cuatro estrellas negras.

- ¿El año en que murieron tus hermanos y tu padre fue el peor de tu vida?


- Tenía 20 años y, junto a mi madre, sufrimos el peor de los dolores. Ese año fue muy difícil para mí, pero por suerte conté con el apoyo de todos mis amigos y familiares. Creo que el peor año de vida fue éste por muchos motivos: estuve ocho meses sin cantar, 16 días en terapia intensiva en estado de coma, me caí de la cama estando mal de los pulmones, me rompí la nariz con la mesita de luz y dos costillas al golpearme con mi codo y, encima, me separé de mi mujer, Andrea.


A pesar de haber enumerado muchas situaciones complicadas para cualquier ser humano, su rostro exhibe una sonrisa y su tono de voz es hasta cómico. Él mismo se ríe de sus desgracias. Pero al mirar sus ojos marrones puede notarse la tristeza que lleva a cuestas y la soledad que lo acompaña.

- ¿Cómo sobrelleva la soledad un hombre que tiene miles de mujeres que mueren por él?


- Soy un sex symbol indomable que sumerge sus ojos bien profundos y abiertos para poder comprender el misterio de las horas que pasan rozándome sin dejar una sola palabra de esperanza. Hoy más que nunca me siento solo a pesar de tener una excelente relación con mi ex mujer, un montón de amigos que me quieren y se preocupan por mí y un sobrino que me acompaña en la convivencia, en el día a día. Es así como sobrellevo esta angustia que siento por no poder tener a la persona que amo al lado mío, por saber que no me queda mucho de vida y que el sueño que alguna vez tuve, de ser padre, quedará en una simple ilusión.


- Si amas a Andrea, ¿por qué te separaste?


- Se puede dejar de amar pero no de querer, se muere la pasión pero no la ternura. La ternura es el lecho donde duerme la pasión, si no lo entendés, así te separás. Eso fue lo que nos pasó. Yo con Andrea tengo una relación bárbara, me contiene, la contengo, me llama, la llamo. La separación fue porque era necesaria, algo falló y ambos decidimos, por nuestro bien y por todo lo que nos queríamos, separarnos de mutuo acuerdo. No sabría decirte con certeza cuál fue la causa concreta.


Varios fueron los romances que se le atribuyeron al Cacho de Buenos Aires, pero sólo uno le duró diez años: el matrimonio con quien hoy es su última mujer, Andrea Sblano. La hija de su mejor amigo, 37 años menor que Cacho, supo enamorar al último rey de la noche y lograr que, a los 63 años, diera el sí en el registro civil. Un famoso refrán dice que a cada atorrante le llega la hora de sentar cabeza, pero cuando se intenta y se fracasa, ¿es posible sostener ese cambio? Pues el propio creador de “Café la humedad” contesta a la pregunta: “Cuando me casé en ningún papel decía nada sobre dejar la noche”.

Pero no todo en la vida de Cacho Castaña es tan bueno como parece. La edad golpeó su puerta y su salud se vio en peligro. Luego de varias internaciones en la clínica Los Arcos, y de haber estado muchos días en coma, el cantante se cuida en las comidas, disminuyó su adicción al cigarrillo y, dice que valora la vida como nunca antes lo había hecho.

- ¿Cómo te estás hoy de salud?


-Me siento muy fuerte, estoy bárbaro. Hago gimnasia día por medio con un profesor que viene a mi casa, hago dieta y hasta bajé diez kilos, fumo entre cinco y siete cigarrillos por día, cuando antes lo hacía desordenadamente, y no tomo alcohol. Ya hice todo lo prohibido en exceso y así me fue. Es muy difícil encontrar el equilibrio porque la vida te lleva a los desbordes.


- ¿La música te llevó al deterioro físico?


-Depende desde dónde lo mires. Si te parás en el lugar de la salud podría decirse que el exceso de shows, de viajes y otras cosas no tan buenas, te generan un cansancio, un estrés, un problema físico y mental. Si lo ves del lado económico, podría decir que, gracias a la música, tengo todo lo que tengo, que gracias a una guitarra levanté muchas minas y que estoy agradecido a la vida por poder vivir de lo que amo hacer, que es cantar.


Todo tiene un comienzo y el de Cacho es de muy pequeño. A los seis años empezó a estudiar música y a los catorce se convirtió en profesor de piano, gracias a su empeño y talento. Si bien arrancó en orquestas de tango, su llegada a la cima fue en la segunda mitad de los años ’60,  donde se presentó como cantante en programas ómnibus que los sábados destinaban su primera hora a nuevos valores, en Canal 9. Pero también, en su juventud, tuvo la fantasía que todo varón tiene: ser jugador de fútbol. Hincha del Club Atlético San Lorenzo, “El Ciclón”,  y amante del deporte, supo llegar hasta la cuarta división del club de Boedo. Pero la vida le tenía destinada otra profesión: la de ser cantante..

- ¿Qué es la música para vos?


-Es mi yo mismo porque no sé hacer otra cosa que no sea ser músico. No puedo creer que estoy enfermo y lo rápido que pasó la vida. Ya no tengo el mismo ritmo de antes y con esto quiero decir que a fin del año que viene me retiro. No del todo, pero sí dejaré de hacer shows como lo vengo haciendo, porque el cuerpo no me da más. Este verano me voy a instalar en Mar del Plata ya que voy a hacer dos recitales por semana en el Teatro Auditorium o en el Hermitage, los martes y miércoles, o lunes y martes.


- ¿Cómo sigue la vida después del retiro?


- Tengo como proyecto abrir el bar “Café la humedad”. Es un poco mi jubilación, porque va a ser el lugar en donde voy a estar instalado, cantaré dos o tres temas por noche y llevaré números para que con sus melodías diviertan a la gente. También me gustaría producir a otros músicos, aunque hoy en día las compañías discográficas están fundidas, murió el disco y fue reemplazado por lo digital.


Cacho conserva su abundante melena al estilo de su ídolo, Elvis Presley. A Cacho siempre lo acompañó el éxito, es dueño de una mirada penetrante, que inhibe a cualquier mujer, de una voz grave y seductora que conquista a muchas y de un hablar fluido y muy piropeante, que demuestra que nunca dejó de ser ese atorrante que era. Es posible que un tipo como él nunca termine de creerse todos los elogios, el aplauso y el reconocimiento y que aún piense que no ha escrito su mejor canción.

El músico, el atorrante, el amigo y el artista supo ganarse el cariño de muchos y nunca dejó de lado la humildad, así como tampoco su talento de matador. Con piropos, miradas profundas o simplemente un pequeño gesto logra desestabilizar y, por momentos, inhibir.

Un encuentro, una historia, un protagonista, un abrazo, el reflejo del sol entrando por la ventana y un beso avasallante que concluye la nota, dejando en esta mujer una especie de parálisis absoluta. Porque al fin y al cabo Cacho hizo, hace y hará siempre todo a su manera, como refleja en el verso de una de las 2500 canciones que grabó: “Si hay que morir y hay que pasar, nada dejé sin entregar porque viví, siempre viví, a mi manera”.


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