Recuperado tras pasar por el hospital, aunque sin abandonar el cigarrillo –que cada tanto lo jaquea–, este símbolo de Buenos Aires recorrió un puñado de hits. Los invitados, agradecidos: hubo ovación sostenida. Inoxidable, en su magnífico show privado demostró por qué es una leyenda viviente.
Las agujas del reloj se acercan a las once de la noche, la gala viste los salones de La Mansión del Four Seasons y el primer acorde ensambla en el aire con la voz quejumbrosa de Cacho Castaña (68). “Me piden que haga una canción para todos ustedes..., y si me piden que cante, ¿cómo voy a decir que no?”, dice y arranca sonrisas.
Empieza, entonces, el arrabal de etiqueta. Ni rastros quedan del virus que lo obligó a internarse en el sanatorio Los Arcos hace cuatro meses. Sí, claro, se percibe el humo a través del micrófono, sobre el cual él mismo advierte: “No puedo dejar el cigarrillo, aunque me encantaría. Sin embargo, cuidado... Vengo fumando muchísimo menos que antes, vengo cuidándome”. Se sabe: el que avisa no es traidor.
Empieza alto, con Gardel en el recuerdo a través de Por esa puta costumbre. Sólo habrá lugar para hits. Tres temas, tres minutos por tema, aplausos hasta el infinito. Y entretanto, su estampa de galán compadrito, irrefutable. “El Polaco (Goyeneche) me decía que el día que no sintiera los maravillosos nervios que tuve antes de salir a escena, no cantara más”, cuenta Cacho, quien, fiel a sus maestros, continuó con su siempre justo homenaje a aquel gurú de los sabios consejos: Garganta con arena. Para terminar, llegó La reina de la bailanta.
Como Dios manda (si es que ese dios es fiestero), se armó el dancing room. Pero volvamos al salón, dando cuenta del entusiasmo generalizado. ¿Premio iniciativa? Eleonora Wexler, que se animó a mover los pies antes que todos. Menciones especiales para Luciana Aymar, Martina Gusman y Marley. Si hubiese habido agua en el suelo, habría salido vapor. Pero la absoluta y real Reina de la Bailanta fue Florencia de la V, quien con su marido, Pablo Goycochea, formó un dúo imbatible que sólo se disolvió cuando el eterno Castaña bajó a sumarse al dancing.
Entonces se fueron apagando las luces del primer show y empezaron a ganar terreno las burbujas. Lógico, las copas en alto, en agradecimiento al cantante, no podían faltar. Como no podía faltar Cacho Castaña a la gala del 45º aniversario de GENTE.
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