lunes, 22 de junio de 2009
UNA USINA DE PASIONES
Cacho Castaña, engripado, brilló ante una platea entregada.
A las 21.35, una mayoría femenina ingresaba a La Vieja Usina callada pero eufórica, aunque también se veían varias parejas de 50 y tantos, y chicos y chicas de 20. En la cola, Norma y su nieta Lizzi, de 18, esperaban. Pícara, aclaró que Cacho Castaña, protagonista de la noche del jueves, tiene sólo cuatro años más que ella y que “le viene justo”. No recuerda haberse perdido ninguna de sus presentaciones (la primera “en un barcito de la Caraffa”) y de Cacho le gusta “cómo canta, que es un poeta y muy buen mozo y que si a una chica joven como su nieta le gusta, es que algo hay”.
Cacho de Córdoba. 20 minutos después de las 22, se apagaron las luces y el silencio se interrumpió por una voz muy parecida a la de Mario Pergolini que le anunció a “las señoritas y a algunos señores” el comienzo del show (más parecido a un café concert multitarget que a un concierto de tango). El primer momento fue sí tanguero y de puros hits con Cacho de Buenos Aires, Traficante de ilusiones, Voy camino a los 50, Café La Humedad y el esperado Garganta con arena.
A continuación, Castaña se retiró del escenario y la orquesta interpretó Libertango de Astor Piazzolla. Se excusó por su voz (se encontraba en un estado gripal), no sin antes saludar a otro Cacho, sentado en la tercera fila: Buenaventura.
En el segundo tramo, interpretó La gata Varela, mientras el silencio entre tema y tema se cortaba por el diálogo fluido y risueño entre el cantautor y su público. Canchero, como buen porteño, desafió en duelos verbales a todo aquel que le dijo algo: desde “yeguo” por parte de las chicas y hasta “cuando sea grande quiero ser como vos”, por parte del cupo masculino.
Luego le tocó el turno a “otra Gata”: La cantante Mónica Romano, para euforia de los muchachos presentes, que cantó Siempre se vuelve a Buenos Aires y Malena. Cacho se le unió en el vals Alma corazón y vida, al mejor estilo Pimpinela.
Hacia el final, llegó el momento del pop latino y romántico con Por amor a vos, Y apareciste tú, Quieren matar al ladrón, Señora, si usted supiera, Ojalá que no puedas y Septiembre del ‘88.
Esta última canción fue acompañada por imágenes de fines de los años de 1980, una fusión insólita de fotografías de las Madres de Plaza de Mayo y de carapintadas con paisajes de la Argentina, de Ushuaia a La Quiaca. “Las cosas no han cambiado mucho”, dijo Castaña, mientras su público lo despedía con un gran aplauso. Volvió al escenario a las 23.30 con La bailanta está de fiesta. Para decepción de los presentes, ése fue el único bis.
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