lunes, 19 de enero de 2009
"SOY NEGRO Y JETON COMO SANDRO"
En Mar del Plata saluda a sus fans desde un balcón y no puede pisar la playa porque lo vuelven loco. Nito Artaza tuvo que poner ocho vallas para que pudiera llegar al teatro. “En realidad se quieren voltear al cartel, al tipo famoso”, explica
Desde el ventanal del cuarto piso de un hotel cinco estrellas con vista al mar, un hombre corpulento, con el torso desnudo y un cigarrillo en la mano, se asoma para ver al gobernador Daniel Scioli, que está por subirse al helicóptero que lo llevará desde la costa marplatense hacia La Plata. “¿Ese tipo no es Cacho Castaña?”, pregunta desde la calle un turista que lo descubre. “¡Sí, es el Cacho!”, le responde una mujer que pasea su perrito. La ruidosa partida de Scioli queda en segundo plano. Ahora los curiosos miran a Cacho Castaña, que tira besos desde las alturas como si fuese un pastor evangélico. Las mujeres gritan y le sacan fotos. “La gente no me deja caminar tranquilo, pero lo triste es cuando no te sigue nadie. Igual, el number one es Sandro”, aclara el cantante, uno de los protagonistas de Danza con Cobos, la obra que Nito Artaza presenta en el teatro Mar del Plata de martes a domingo.
Mientras toca su guitarra en la habitación del hotel donde se aloja con su esposa Andrea, Castaña se sorprende porque entre sus seguidores no sólo hay adultos y jóvenes. También hay niños que cantan sus canciones. “Querido Cacho, tu música me emociona”, le escribió Juan Pablo, un nene de nueve años que le mandó una carta al teatro. En Mar del Plata disfruta del éxito: casi no va a la playa porque sus fans no lo dejan caminar. Por las noches termina su show ovacionado por el público. Por las tardes, toma sol y a veces se mete en la pileta. Jura que su único vicio es el cigarrillo y que de vez en cuando toma un vaso de whisky. Después escucha música: Gardel, Piazzolla, Beethoven, Rodrigo, Alejandro Sanz y Fito Páez.
–¿Lo incomoda que lo veneren como si fuera un rock star?
–Me encanta. Es mágico. Para entrar al teatro, Nito primero me puso dos vallas, después cuatro y ahora hay ocho. ¡La gente se me tira encima! Los chiquitos de siete años van al camarín a cantarme “Cacho de Buenos Aires” o “Café La Humedad”. No sólo les gustan mis temas bailanteros. ¡También cantan mis tangos de punta a punta!
–¿Estuvo a punto de abandonar el espectáculo?
–Esos rumores fueron falsos. Nunca pensé en dejar el barco. Todos ponían fichas y decían que en una semana me iba a borrar. Pero en Buenos Aires hice seis meses con la obra. Nito tiene buena madera y es talentoso para armar sus espectáculos. No sé si sigo después de marzo. Tengo ganas de hacer ocho Gran Rex con Valeria Lynch.
–¿Cree que hay espectadores que sólo van a verlo a usted?
–El público va a ver la obra. No es un recital mío. Tengo ego, pero no es tan grande. Algunos dicen que soy una leyenda. Pero yo no me doy cuenta.
–¿Heredó muchas fans de Sandro?
–¡No! Las chicas de Sandro son fieles a él. Yo tengo las mías, que son de todos los tamaños. Siempre nos compararon porque somos parecidos: negros y jetones. Musicalmente somos distintos. Y manejamos la carrera de otra manera. A mí se me conocieron todas las minas que tuve en mi vida y a él no. La última vez que hablé con él fue por teléfono, de pieza a pieza, cuando estuvimos internados. ¡No nos podíamos mover! Sandro es un capo. Ojalá se mejore.
–¿Recibe propuestas indecentes de sus admiradoras?
–Siempre hay alguna que quiere pasarse de la raya. Me hacen regalitos, me dicen cosas. En realidad se quieren voltear al cartel, al tipo famoso que sube al escenario. No a la persona. No me va eso. Soy un tipo simple. Tendría que laburar para hacer un personaje y a mí el laburo no me gustó nunca. Mi mujer no es celosa de mis fanáticas. Vivimos gracias a ellas.
–¿Antes de morir el Polaco Goyeneche le pidió que salvara al tango?
–Algo de eso hay. Con el Polaco laburé diez años cantando a dúo. Aprendí mucho. Me bendijo. Fue mi hermano mayor. Por eso le compuse “Garganta con arena” y en el teatro le hacemos un homenaje con sus fotos. También le tuve que hacer un tema a Tita Merello porque se puso celosa. El tango se va a mezclar con el rock y nacerá un movimiento musical. Me gustaría juntarme con Fito Páez o Andrés Calamaro para hacer algo.
–¿Y trabajar en televisión?
–El Chueco Adrián Suar me quiere meter en una tira, pero es terrible grabar doce horas por día. Ya lo viví en Por amor a vos. Es mucho estrés. Yo agarré la viola para no laburar. Lo que me gustaría es escribir mi autobiografía.
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