LA ENTREVISTA A CACHO CASTAÑA

Con su habitual buen humor y sencillez al habla, en esta nota, se muestra típico: atorrante y mujeriego. Cuenta que anduvo buscando comprarse una casa en nuestra ciudad y asegura que probablemente venga antes de fin de año a cantar.
“Cristina en el país de las maravillas” es un show digno de la calle Corrientes, denominado como un music hall humorístico. Vedettes y bailarinas voluptuosas despliegan piezas de alto nivel, encabezadas por Luciana Salazar, quien no sobresale por su baile, pero sí por su figura y erotismo. Sorprende el cómico Roberto Peña y no tanto Polino hablando mal de la farándula. Los platos fuertes son el talento del creador del show, Nito Artaza, y sus imitaciones: Néstor Kirchner, Fidel Castro, Lula Da Silva y Joan Manuel Serrat. Aunque la figura central, indiscutida, de la noche es una sola: Humberto Vicente Castagna, según su nombre real. Así se lo hace saber el resto del elenco y principalmente el fuerte del público: “Sus chicas”.
El popular Cacho Castaña es un mito porteño y sexual, con vigencia como tal a sus 66 años. Eternamente comparado con Sandro, se distingue como compositor y cantante, pero en un futuro cuando sea leyenda, sospechamos, también se podrá encontrar su nombre en las enciclopedias como sinónimo de vago y atorrante. Mujeriego como pocos, siempre se dedicó al tango y la balada, reconociendo una incidencia rockera de la mano Elvis Presley.
Castaña ostenta quince discos de oro y otros quince de platino y en “Cristina en el país de las maravillas” se luce en vivo acompañado por una orquesta de siete músicos con un mix resumido de lo variado de su repertorio, teniendo en cuenta que compuso unas 2.500 canciones. “En tantos años alguna buena salió”. Brillan “Café La Humedad” y “Garganta con arena” (el clásico dedicado al Polaco Goyeneche), entre tantas otras. Además, interpreta “A mi manera”, un gustito que se dio en uno de sus último discos, y confiesa que también pretende entretener, “por eso me encanta cantar en vivo temas populares, como ‘La reina de la bailanta’, ‘Quieren matar al ladrón’...”.
Simpático y cordial, Cacho aceptó “La entrevista” al cabo de su presentación el miércoles último, con la madre de este cronista como testigo privilegiado.
-¿Tandil?
-Mirá, cuarenta mil veces, más o menos, he ido a Tandil.
-Más o menos.
-Bah, treinta y nueve, no quiero exagerar (y larga la primera risa). La he pasado muy bien siempre que fui.
-Tengo entendido que… ¿irá dentro de poco de nuevo?
-Mirá, sé que estaban hablando con las oficinas así que es muy probable. Se está hablando.
-¿Antes de fin de año?
-Ojalá, pero es muy probable porque sé que están hablando para ir allí y la zona. Ahora que termina la temporada aquí empezaremos a viajar por el país y Tandil está dentro de los planes. Ojalá, porque la ciudad me encanta. Incluso te voy a contar algo, el año pasado estuve haciendo tratativas para comprar una casa allí.
-No me diga, ¿por dónde? ¿En qué barrio?
-No, no, no puedo decir nada porque al final no se dio, pero no lo tengo aún descartado.

Remando

-En algún momento, en sus inicios, dijo que no sabía como cómo vendía discos…
-Claro, dije eso en la época del ‘71 ó ‘72, cuando cantaba como el c… ahora canto mejor. Ahora mejoré.
-¿Hubo algún clic? ¿Cuándo se dio?
-No, acá no hay ningún clic. Acá es medio mágico todo, no es que se prendió la luz y se apagó la luz. Mentira. Son 45 años remando en dulce de leche, algún día sacás algo bueno (sonríe).
-¿Esto es siempre así?
-¿Así cómo?
-Con tanta gente esperando en la puerta… ¿todas las noches?
-Sí, la verdad que sí. ¡Gracias a Dios!
-Pero Luciana Salazar se acaba de ir sola y nadie la esperaba afuera, me parece que es con usted la cosa…
-(Se ríe). Qué le vas a hacer… eso también es ¡gracias a Dios! (vuelve a sonreír).

Desata pasiones

En la puerta aguardan amontonadas 20 señoronas deseosas de darle un beso y fotografiarse con él, pero lo curioso (o no tanto teniendo en cuenta que Cacho está casado con una joven ¡casi cuatro décadas menor!) es que una chica de unos veintipico de años –muy bonita- se escabulló al hall del teatro Broadway, donde se estaba realizando esta nota, acompañada por su padre para sacarse una foto con Castaña, al tiempo que gritaba emocionada: “¡No lo puedo creer!”.
-¿Será por eso que tanto usted como Sandro son tipos agradecidos, que siempre se muestran alegres?
-Y… sí. Además de eso, ¿de qué me voy a quejar en esta vida? Vivo de lo que me gusta, vivo bien. Estoy bien y ando bien de salud. ¿Qué más querés?
-Se lo ve bien. Por suerte dejó atrás ese pico de presión que tuvo hace algunos meses, ¿no?
-Sí, me siento muy bien, llegué a tener 18 de presión. Pero viste como es esto… los negros siempre zafamos (se ríe).
-Igual recién se estaba tomando un whiskicito…
-Y… algunas cosas son difíciles de evitar (risas). Pero me estoy cuidando un poco más.
-Claro, dejó de participar en “Por amor a vos” (serie de Canal 13 para la que grabó, además, la canción).
-Claro, eso, por ejemplo. Ahora estoy sólo en el teatro… veo minas en b... Eso me hace bien a la salud (risas). No me puedo quejar, ¿no?
-Y hablando de privilegiados, sé que es de San Lorenzo, ¿cambiaría, por ejemplo, su vida por la del Bambino Veira?
-Naaa, yo soy muy amigo del Bambino.
-Siendo cuervo, imagino, que eso es un lujo.
-Qué te parece… ni hablar. Me he dado varios lujos…
-Claro, con el Bambino sin ir más lejos compartieron muchas cosas (mujeres).
-(Sonríe picaronamente y deja un espacio para el suspenso).
-Digo… usted llegó a probarse en San Lorenzo, en la cuarta, ¿no?
-Sí, tal cual. Jugaba de wing, era rápido, pero no era tan habilidoso, sino hubiera estado con el Bambino.
-Claro, por eso le preguntaba sobre el enroque de vidas.
-Sí, sí, totalmente le cambiaría. Y, ojo, el Bambino me dice lo mismo: ‘Yo quiero cantar como vos Cacho. ¡Es una baaaarbaridad como cantás!’ (exagera imitando a Veira).
-Y al tenis me dijeron que también se defendía…
-Ojo que sigo jugando.
-¿En serio?
-Sí, ya no juego tanto, pero juego.
-¿Anda bien?
-Y… ya no tanto. Ahora voy sólo a pelotear un rato. Es lo que queda (sonríe).
-Si yo le tengo que tachar las mil mujeres que se dice tuvo o haber cantado con el Polaco Goyeneche, ¿cuál opción le tacho?
-Mmm…. (piensa).
-Es difícil la pregunta
-(Sigue pensando). ¿Dejar mil mujeres? Nooo..., imposible.
-Porque yo sabía que para usted haber cantado con Goyeneche…
-Sí, fue lo máximo, sin dudas. Fue lo máximo.
-Pero mil mujeres…
-No, mejor déjalas a las mil mujeres. Después si vos te las rebuscás cantando conseguís otras mil.
-Hace dos semanas le hicieron una nota del diario Perfil. Allí le preguntaron si prefería una audiencia social con Cristina Kirchner o una audiencia sexual con Luciana Salazar y usted dijo que quería estar con las dos juntas…
-(Sonríe). Sí, igual me la sacaron de contexto, no quise decir eso. Digamos, no lo dije con esa intención. Lo cambiaron. Quise decir otra cosa.
-¿Se imagina lo que habrá pensado Cristina al leer eso?
-Sí, me imagino. No, no, no, pero al menos lo aclararon. Lo pusieron tipo humorada, ¿viste? Más o menos aclararon porque me habían dicho que de entrada lo habían puesto un poco peor.
-Había leído en viejas declaraciones suyas que al éxito…
-Te lo prestan y no sabés quién, y luego te lo sacan y tampoco sabés quién fue.
-Pero a esta altura es difícil que alguien le venga a sacar el éxito a Cacho Castaña…
-Y quiero creer que no, que es difícil. Yo no tengo más brazos para remar en el dulce de leche (termina sonriente). Quiero creer que no, a esta altura calculo que no. Ya está hecha la historia.

Posa para la foto e intercambia palabras con la espectadora de lujo y se lanza, tras levantarse la solapa de su saco negro y custodiado por tres amigos, a la aventura de sortear la veintena de mujeres que siguen firmes sobre la avenida Corrientes haciendo guardia en la noche impávida. Una, más bien cincuentona y bastante desaforada, se le tira encima y, producto del rompimiento del orden, otras tantas hacen lo propio para fotografiarse como pueden. Cacho, acostumbrado, sonríe