viernes, 26 de septiembre de 2008

"EN TERAPIA LLENO DE CABLES, ME ASUSTE MUCHO"

Soy Cacho de Buenos Aires… Ejem… ¿Buenos Aires? No tan buenos, parecen decir los pulmones (y el resto del cuerpo) del cantante. Poco más de 10 días atrás, Cacho Castaña fue internado de urgencia en el Sanatorio de Los Arcos. En terapia intensiva. Se dijeron muchas cosas en ese momento: que estaba mal, que era grave, que no podía dejar el cigarrillo, que sufría abstinencia, que lo tenían que dormir para que no fumara, que iba a pasar muchos días en la clínica, y que sólo sufría una bronquitis. En exclusiva, habla Cacho. Y aclara todo.


–¿Qué te pasó realmente?
–La verdad es que me sentía raro, y un poco imaginé que algo meiba a pasar. Tenía que cuidarme con la sal y las comidas, pero con el ritmo de trabajo que te da el teatro eso se hace difícil... por no decir imposible. Más que nada, por los horarios, porque salgo tarde y entonces como desordenado. Encima, a las 10 de la mañana estoy en el quinto sueño, y no me despierto para tomar la pastilla para la presión. Un día, dos, no pasa nada. Pero con el correr de las semanas, se te junta. Y así me terminó dando un pico de presión terrible. Llegué a 20, imaginate. Pero no fue el cigarrillo como se dijo, sino el sodio en la sangre.

–Y te internaron de urgencia… ¿Tuviste miedo en ese momento?
–¡Qué te parece! Me internaron el 11 de septiembre en Los Arcos, y la verdad es que me atendieron muy bien. No me puedo quejar. Pero no quita que me haya asustado, sí. En terapia intensiva, lleno de cables. Ahí me extrajeron líquido de los pulmones a causa de un edema pulmonar. Después, me pasaron la sonda urinaria y me sacaron cuatro litros de líquido. Eso sí que me dolió un poco. ¡Y me asustó mucho más que lo del pulmón!


–¿Te vas a cuidar un poco más? ¿Pensás dejar de fumar?
–Es que no fumo tanto como dicen. Como mucho, me clavo seis cigarrillos al día. Mi problema fue otro. El sodio en la sangre, ¿no te dije?


–Pero se hablo de abstinencia. Hasta se dijo que coimeaste a algunas enfermeras para que te dieran cigarrillos…
–Sí, es verdad. Lo hice. Pero les pedía aunque sea unas pitadas. Porque no fumo los cigarrillos enteros. Les doy un toque y los tiro. Era para sacarme las ganas más que nada, y les decía que a cambio les regalaba entradas para ir a vernos al teatro. ¿Te digo la verdad? A ellas les gustaba bastante la idea (se ríe).


–Algún enfermero, entonces, te habrá pedido a Luciana Salazar…
–¡Sí! Hubo uno que me dijo que me conseguía un cigarrillo si a cambio le conseguía una cita con la Salazar. Pero está loco. No se cómo se le pudo ocurrir eso, porque me lo dijo muy en serio. Otra cosa rara que me pasó internado es que tenía una cámara en la habitación, que me observaba todo el tiempo. Le pregunté a una doctora, y me dijo que había una enfermera del otro lado siguiéndome los pasos. ¡Me moría de vergüenza! Imaginate que me estaban mirando todo el tiempo, y con los estudios que me hacían, y todas las cosas que tenía puestas encima. Llegó un momento en que bromeaba con la enfermera que estaba del otro lado, y también le pedí un cigarrillo.


–Te dieron el alta y volviste a tu casa. ¿Andrea, tu mujer, hace de esposa y enfermera?
–Me cuida mucho, es muy inteligente, y un amor de piba. Se banca todo. No sé cómo me aguanta. Sé que soy un tipo difícil, y es complicado estar con alguien que todas las minas quieren, digamos, tener para ellas aunque sea un ratito. A casa llegan mensajes, me mandan cartas… ¡Debe ser jodido para ella! Hay días que está mal y está justificado todo. Yo no sé si me lo bancaría.


–Sos un ícono sexual, ¿podemos hablar del tema?
–¿Cómo? ¡Me vuelvo loco! Hablar de sexo me pone bien.


–Después del susto, y a esta altura de la vida, ¿cómo es el sexo para vos?
–No tiene nada que ver el culo con el mes de agosto. El sexo era súper importante en una época, cuando uno es esclavo del sexo. Pero a medida que vas creciendo, sabés que al sexo lo tenés en la mente y no ahí abajo. Así, cuando me autosatisfago, por ejemplo, por mi cabeza desfilan cuarenta mil imágenes, escribo cuarenta mil canciones y hago el viaje más largo de mi vida. No es que ahora me enciendo en dos minutos. ¡No! A esta altura, para estar erotizado tiene que pasar algo, tengo que hablar con mi mujer un buen rato. Vuelta al ruedo. De pronto, suena el teléfono. Del otro lado, Nito Artaza quiere saber cómo se encuentra Cacho, y de paso verificar si la estrella de su espectáculo volvía a los escenarios. “Estoy bárbaro, este fin de semana ya estoy en el teatro”. Así, sin más, dejó en claro que tiene pilas para rato, y retomó la entrevista….


–Dicen que en tu ausencia, el teatro vende un 20 por ciento menos…
–¡Un cincuenta por ciento bajó! Es lindo sentir que a uno la gente lo quiere, pero decís “¡la puta madre, al final me enfermé y jodí a todo el mundo”.


–¿Los amigos se portaron bien, o alguno te falló?
–Se portaron de maravillas. En cuatro días tuve 250 llamadas, aproximadamente. Entre ellos, Tinelli, Susana, Mirtha y muchos famosos más. No lo podía creer, me sentí muy querido. Me da placer que vengan chicos a los recitales y canten Garganta con arena. Me emociona, es algo inexplicable

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